ADVERTENCIA: Esta entrada es un pelín macabra. Lo digo por si alguien tiene alguna dificultad a la hora de despegar.
En realidad no es para tanto, pero estoy un poco amarillista hoy.
La causa principal de muertes en vuelo libre es la brutal desaceleración que sufre el cuerpo al recibir un impacto contra el suelo. Resulta que no he podido evitar compartir la entrada de EC-JPR, estudiante de medicina y aficionado, entre otras cosas, al mundo de la aeronáutica. Es el mismo motivo por el que muere un paracaidista al que no se le abre el paracaídas, un albañil al caer de un andamio, etc. Supongo que ya os hacéis una idea.
Justo en el instante en que el cuerpo toca la superficie rígida que lo detiene (el suelo), los huesos se paran de forma inmediata. Pero, claro, a ninguno de vosotros se os escapa que dentro de nuestro cuerpo hay cosas (los médicos lo llaman “órganos”) que están más o menos sueltas: mientras sus costillas ya estaban detenidas contra el suelo, dentro del abdomen el bazo se proyectó hacia delante con la misma velocidad que llevaba el cuerpo segundos antes, sujeto sólo por un pedículo vascular (vena y arteria esplénicas). Así, si no se revienta al clavarse contra alguna costilla rota, los vasos se seccionan, empezando a sangrar a borbotones. Esta hemorragia puede matar a una persona en unas horas, incluso minutos.
Hay una forma de caer aconsejada para aterrizajes fuertes, pero eso lo trataré en otro post. Mientras tanto, no sé si estos consejos servirán para algo. Pero aunque sirviesen, no sé si llegado el momento alguien se acordaría. De todas formas, la foto de su entrada me ha venido genial para la mía ;-) Gracias.
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