A los que volamos en parapente no nos afecta mucho, a no ser que nuestra vela tenga ya unos añitos o estemos pensando en una de segunda mano. La fatiga y el desgaste hay que tenerlos muy en cuenta siempre, recordad que los mosquetones también sufren fatiga, aunque no soy capaz de cuantificar en qué medida ahora mismo.
Para los que no tengais tiempo o ganas de hacer el esfuerzo de leerlo, aquí os dejo un resumen resumido:
La fatiga se produce cuando un material está sometido a fuerzas cíclicas (es decir, que se repiten). Imaginad que cogemos a un humano y lo colgamos de un gancho metálico, por ejemplo, de aluminio (supongamos como hipótesis que el humano se deja colgar y que no se mueve mientras está colgado).
El gancho no tiene ningún problema para soportar el peso del humano, puesto que su resistencia máxima le permite aguantar cargas mucho mayores. Pero si descolgamos al humano y lo volvemos a colgar unas cuantas veces (pongamos 3000), es posible que aparezca una microgrieta (no visible a simple vista) en algún punto del material. Una vez que esto ocurra, si continuamos colgando y descolgando al humano, con cada uno de los ciclos de carga la grieta crecerá un poco más, hasta hacerse visible y, por último, causar la rotura del gancho (con lo que el humano caerá estrepitosamente al suelo).(...)
La fatiga es un enemigo implacable y silencioso, que muchas veces aprovecha el despiste humano para actuar subrepticiamente hasta que ya es demasiado tarde.
Con esto no quiero asustaros ni mucho menos, los materiales que usamos son de mucha calidad y podemos usarlos con confianza. Pero al volar provocamos esfuerzos mayores de los que creemos (un giro cerrado puede llegar a más de 2G, imagina una barrena). Lo que sí quiero decir es que en el parapente todas las fuerzas pasan por los mosquetones de enganche entre el arnés y la vela y convendría recordar cuánto tiempo llevamos usando los mismos mosquetones.
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